Informe Cultural: "Perversidad en la 237"

El binomio entre el Cicus de la Universidad de Sevilla y la Sala Atalaya - TNT dieron como resultado la puesta en escena, durante este viernes y este sábado, de la obra Perversidad en la 237 de José Luís Ordoñez, premiado por esta con el XV Premio Literario de la Universidad de Sevilla (en la modalidad de teatro) y dirigida por Sario Téllez.

Con este post quiero, ante todo, mostrar mi más absoluta ignorancia respecto al teatro alternativo. Y con ello, de dónde se realiza: una hora para encontrar la sala.

Si, y eso que en la "expedición" estábamos perfectamente informados. Armados con un mapa de Google, un bonobús y complejo de peregrinos; nos fuimos dispuestos a disfrutar de una tarde de teatro.
Tras preguntar en siete comercios (dos farmacias, una optica, un bar, una charcutería, un polideportivo municipal y una papelería), consultar en la calle a inumerables locales e internarnos en dos reyertas, encontramos la sala a 20:30 de la tarde. Y gracias a Dios que nos abrieron la puerta, dado a que la actuación comenzó a las 20:00h. Por lo menos, no fuimos eliminados de nuestro Pekin Express particular gracias a siete palabras mágicas: Entradas reservadas de la Universidad de Sevilla. Y nos dejaron pasar.

No hay cosa que más coraje me pueda dar cuando actúo que alguien entre en la sala, haciendo ruido, ocupe su sitio como si nada y tú, actuando, te desconcentres. Así que, previendo la situación, nos quitamos los chaquetones y procuramos hacer el menor de los sonidos cuando un técnico nos abrió la puerta.

Y la sensación, cuando entré, fue preciosa. Seríamos unas 40 personas, contando con los dos actores y los técnicos. Muy acogedor. Sólo por ese instante, ya valió la pena el ir allí y toda la odisea.

Con lo que llevábamos sabido del argumento, pudimos hilar y, poco a poco, situarnos dentro de la historia: una pareja, cansada de su rutina, decide pasar una noche en un hotel, en la habitación 237; y, allí, dar rienda suelta a sus fantasías. Jaime, le propone a su mujer, Abigail, que se comporte como una protituta de lujo; sin saber él que su mujer conoce su infidelidad con Marta, una joven de unos veinte años.

En la escena, a sólo dos metros de la primera fila de sillas (que no butacas), David Montero y Mónica Mayén. Me soprendieron muchísimo, como casi todo esa tarde. La versatilidad de Montero y los movimientos de Mayén; que lo mismo te bailaban un charlestón delante de tí, que hacía casi una rutina de telas paralelas en una estructura metálica. Muy buen gusto y originalidad al representar escenas de cama o de pelea, limándo asperezas ya fuera con el humor o la danza. Más simbología que latencia, cosa que es de agradecer.



La opinión general, después de haber visto este video, quizás sea que lo no entienden. No pueden entender que haya salido encantado. Y lo veo lógico. Más que nada porque este video no puede mostrar el halo que rodeaba la situación y no muestra las escenas que le dan sentido a todo lo que han visto en estos 13 minutos que pretenden resumir 80.

En este video le faltan los monólogos de Abigail, un personaje cada vez más plano según se va acercando el final de la obra con el que mostrar su locura; así como sus diálogos con el espectador, el hombre de blanco (también interpretado por David Montero) que introduce al público en la misma locura de la protagonista con la inquietud e incertidumbre que generan sus apariciones.

Pude ver cómo una sala alternativa puede llegar a tener en algunas ocasiones más fuerza a la hora de transmitir emociones que una sala italiana, a las que estoy más acostumbrado y más posibilidades a la hora de poner en escena algunos montajes.

De verdad, una experiencia recomendable y muy reconfortante (eso sí, para ir en coche). Tengo, incluso, ganas de ver más teatro de este tipo.

Es curioso: en las dos últimas obras que he visto se trata de lleno la función metalingüística del teatro (Recordar que Don Juan Tenorio: Próximamente la llevaba como hilo conductor).

Por último, y por si esto lo llegara a leer David Montero, pedirle mil perdones por si en algún momento llegué a interceder durante su acción a la hora de subir a las escaleras reservadas. Se disculpa el chaval del chaleco naranja.
Gracias Mercedes por la oportunidad.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me alegro de que te gustara. Llevaré mañana la obra a la Facultad para poder pasártela si te acercas por el despacho (de 9 a 11,30 estoy en tutorías). Quizá quieras comentarla el próximo jueves en clase. Un abrazo.
Mercedes

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...

pues lo he leído ahora de casualidad y ni falta hacía pedirlos. gracias por tus palabras
un saludo